miércoles, 26 de octubre de 2022

Mascotas protectoras

 Tuvimos una visita y mi fiel perra Dánae se hallaba junto a nosotros, sentada en la vereda, estábamos hablando con esta familia que había venido desde Pehuajó, a unos 500 kilómetros de mi casa, un matrimonio joven con su pequeña niña, ella en el cochecito de bebé.

Como me gusta escuchar sin hablar, estuve al tanto de todos los movimientos. La pendiente empinada de mi vereda hizo que el cochecito, con los movimientos de la bebé, comenzara a moverse hacia abajo, peligrosamente hacia la calle. No alcancé a ir hacia ella, ya que era la única -humana- que la estaba viendo, mi perra me ganó de mano y sin llamar la atención de nadie, fue rápido, se puso delante y se sentó de nuevo, con el hombro frenando el cochecito antes del cordón de la vereda.

Todos vimos eso y todos quedamos mudos. Ahí no había pasado nada.

El que quiera creer, que crea.

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