Si se los acostumbra desde pequeños, ellos serán dóciles para ir a dormir. Cuando llega cierta hora de la noche, cierro sus platos de comida con su tapa, levanto a los dos gatos en mis brazos, los acaricio y los pongo sobre su almohadón. Listo, no se mueven de ahí hasta el otro día.
Los animales necesitan la rutina, los hace sentirse seguros y atendidos.
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