martes, 30 de agosto de 2022

Las tortugas son afectuosas

 Tengo tres tortugas. Ofelia y Aquiles mucha bolilla no me dan, como no sea para venir a comer cuando les llevo el zapallo. Camilo, el más grande, sí me demuestra cierta atención. Me sigue por toda la casa y no importa cuán lejos esté yo, se hace el recorrido hasta terminar sobre mi pie, y no lo hace con nadie más de la familia, sólo conmigo. Si me traslado de aquí para allá, desanda su camino para seguirme en la otra dirección. La consigna es terminar sobre mi pie y quedarse ahí, algo que suele causar dolor, él es pesado y muy duro, y eso sucede en verano, cuando las tortugas despiertan de su letargo, y mis pies andan en chinelas o sandalias…

Para mí, es una especie rudimentaria de afecto. Le acaricio el caparazón y se regodea balanceándose. Se sabe que el caparazón de las tortugas está lleno de terminaciones nerviosas, así que sé que me siente muy bien y lo demuestra.

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