jueves, 15 de septiembre de 2022

Paseando con nuestro perro

 Siempre miro al conjunto de perro-dueño paseando por la calle, y acto seguido miro al perro, a la persona la miro en tercer lugar. No dejo de reírme interiormente cuando veo al conjunto de correa tensa e inevitablemente me digo a mí misma, "ahí va un perro paseando a su humano".

También veo situaciones en las que puedo decir "persona queriendo pasear a su perro".

Son muy pocas las veces en donde puedo decirme, al ver esos conjuntos, "ahí van paseando, perro y persona".

Como amante de los perros e instructora de los míos, afirmaré siempre que un paseo debe ser algo agradable para los dos, no un sufrimiento de uno por imposición del otro, cualquiera de los dos que sea. Al perro, como a los niños, hay que enseñarle a andar por la calle, junto a uno, no delante ni detrás. Junto, esa es la voz. Enseñarles a andar, preferentemente a nuestra izquierda, con el hombro de ellos cerca de nuestra pierna, con la correa justa y floja, lleva su tiempo y su paciencia, se les enseña de cachorro, también de adulto se le puede enseñar, con una cuota extra de paciencia. Es un trabajo que redunda en grandes beneficios, en donde pasear ambos se convierte en un placer compartido.

He escuchado muchas veces a personas amigas y familiares decir que su perro "¡tiene tanta fuerza…!" para explicar el hecho de ser arrastrado por ellos. Todos sabemos que no es la fuerza, sino la falta de educación del animal, de esa manera es muy peligroso salir con nuestra mascota a la calle porque, ¿qué hacemos cuando, con su fuerza superior a la nuestra corre y daña a alguien o algo? No es la fuerza, repito, es la educación.

Si no podemos o no sabemos educar a nuestro perro para andar en forma educada y decente por la calle, hay que pedir consejo o ayuda a quien nos pueda enseñar a enseñarle.

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